Iba a empezar ésta entrada de forma un poco lúgubre, considerando el aspecto histórico y oficial de la festividad; ya saben, del milenario Samagín celta, con sus hogueras y churrascos humanos a su absorción, masticación y digestión por parte del cristianismo, que trató de envolverlo hace lo menos doce siglos, sin mucho éxito, en un rito mucho más sosegado.
Ésa era la idea inicial, pero a medida que me iba empantanando en datos y fechas y detalles, me pareció más oportuno mandarlo todo al cuerno y optar por el aspecto más emocionante del asunto que es, como no, la cosa ultraterrena y fantasmagórica.
Así que aquí dejo una una inocente felicitación con los mejores deseos para ésta noche en la que, según algunos, se difuminan las barreras entre los unos y los otros, entre éste mundo y aquel, y cualquier encuentro, aparentemente casual, podía no serlo tanto...
Las dos ilustraciones en blanco y negro de ésta entrada fueron realizadas para acompañar un ensayo sobre la "Pervivencia del fantasma clásico en la literatura gótica" de Jorge Roberto Ogdón.
Y ya saben, si alguien les pregunta, mejor elegir trato...
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