jueves, 10 de noviembre de 2016

7.- UN CIERTO ATREVIMIENTO

La primera impresión puede ser, ya sé, como de impertinencia, o de presunción; ¿coger una obra de, digamos, Velázquez y hacer de ella una ilustración?

Y más atrevimiento aún si el estilo elegido para ello no es totalmente opuesto al de la obra (como lo sería, por ejemplo, la venus de Botticelli resuelta de forma... cubista) sino que busca conocer, interpretar las propias pinceladas y colores originales.

Qué atrevimiento ¿no?

Bueno, lo cierto es que adaptar obras de autores clásicos a una realización más inmediata, menos de "cuadro de museo", es un placer y un divertimento al que no me resisto cuando se presenta la ocasión precisa (normalmente de tiempo, o de la falta de él, más bien). No se trata, desde luego, del simple proceso de copiar el original, sino más bien de aprender de él, de absorberlo y, claro, entenderlo mejor.

Así que además de divertido es muy muy edificante, créanme. Y para muestra...



Ésta es mi versión del Retrato de Caballero de, precisamente, el inmenso Diego Velázquez.





El mucho más conocido Autoretrato del no menos enorme Durero.




Y cambiando de tercio, aquí va algo totalmente distinto. Éste fue un encargo específico, de cuyo resultado quedé bastante satisfecho. Se trata de mi versión de Mata Mua, de Gaugin.




Éso es todo por ahora. Pronto, un poco más...


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