lunes, 19 de diciembre de 2016

12.- DE OTRA PASTA

Si hablo de personajes, te vendrán al pensamiento automáticamente en primer lugar rostros y actitudes netamente humanas, sea literatura, cine, historieta o cualquier otro medio. Un segundo después, ampliarás la perspectiva e incluirás, cómo no, a los animales (¡rayos!, ¿cómo olvidar a Esopo, o a Bambi?), y aún un segundo más tarde añadirás, no lo dudes, a las máquinas (recuerda a R2, o a HAL, o al T-1000). En realidad, ni las plantas se libran de llegar a convertirse en personajes si están debidamente tratadas (ahí están de muestra los árboles de la fraga de Don Wenceslao, o Audrey Junior de Mr. Corman,  je, je).

Todo es susceptible de convertirse en un eficaz personaje en las manos adecuadas; juguetes, vehículos, candelabros y plumeros, emociones y un interminable abanico de... ¡uf! cosas.

Sin embargo, los personajes que te propongo hoy no hablan, ni se mueven, ni modifican la acción, trama o argumento, aunque si la definen y son parte fundamental de ella. Son de otra pasta, casi, casi su misma esencia, y nada sería igual si ellos no estuvieran ahí...

Son... los escenarios. Lugares con una poderosa y magnética personalidad, capaces de impregnar con ella a todos los que se acercan. En este caso se trata de dos garitos de carretera, perdidos en el desierto y con mucho más que ofrecer que un café o un trago... ¿o no?




Junto a la vieja ruta 66, en el desierto de Mojave, aparece ésta especie de espejismo seudo oriental, mezcla de pagoda y quién sabe qué, donde un puñado de personajes extravagantes, trágicos y magníficos logran sacar brillo a su empañada existencia con una energía optimista y contagiosa que -estoy convencido- difícilmente podría haberse dado en un escenario distinto. Tanto es así que la propia peli lleva el nombre del local.






Y como contraste al personaje anterior, alegre y etéreo, reconocerás éste otro; malévolo, soez, sangriento, mugriento y gamberro en el que todo es exactamente tan malo como parece y mucho más aún. Y ya comprenderás que no, que las historias de los seres que lo pueblan no serían lo mismo, ni de lejos, si fuese otro su nombre y si no estuviera... abierto hasta el amanecer.

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