miércoles, 30 de mayo de 2018

36.- Robert Erwin Howard

No hallarás a Bob entre los grandes nombres de la literatura selecta de su época, ni de ninguna otra, vaya. Nada que ver con Steinbeck o Fitzgerald, ya sabes. Ni tampoco reseñas literarias o reconocimientos culturales de ningún tipo.

Pero es que Bob no buscaba la esencia última de la condición humana ni se zambullía en el conflicto existencial del individuo o de la sociedad, ni siquiera en los duros tiempos de la Gran Depresión que le tocó vivir hasta su muerte prematura, no.

Verás, la cosa es que Bob escribía pulp, ya sabes, aquellas publicaciones de papel barato (de ahí el nombre), grandes tiradas, calidad artística... ejem, irregular y precio accesible. Y eso, claro, no abre precisamente las puertas del olimpo literario, y menos aún viviendo en uno de los culos del mundo como debía ser Cross Plains, Texas.

La premisa de la literatura pulp era que debía contar historias de evasión, entretenidas, impactantes y adictivas en cualquiera de los géneros que tocaban las diferentes cabeceras.

Y ahí es donde destacaba Bob, con diferencia.

En esta entrada te ofrrezco mi versión de tres personajes secundarios de una de las historias que más me impactaron cuando la descubrí a través de su adaptación al cómic (de la mano de Roy Thomas y un tremendo Barry Windsor Smith) allá por mis años mozos, Clavos rojos, de su personaje más conocido de entre el buen puñado de ellos que creó Bob; el fornido Conan el cimerio.












¡Hasta pronto, por Crom!

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