sábado, 1 de abril de 2017

25.- UNA DE LOVECRAFT




Ya te he hablado antes de mi afición por los escritos del Hombre de Providence, y has visto un par de adaptaciones al cómic de alguno de sus relatos, que puedes rastrear en entradas más antiguas. También has visto, aquí y allá, algún dibujo suelto y algún tentáculo sibilino, como que no quiere la cosa.

Pero lo de hoy es la primera parte de una inmersión monográfica en la maraña de conceptos y criaturillas que poblaron los escritos de Howard Phillips.

Si no te gusta Lovecraft, entenderás que no es fácil explicar algunos apegos a quien no los comparte, en especial si no están enraizados en alguna característica artística canónica y aceptada de forma universal, y me explico; Poe puede gustarte o no, pero no pondrías en duda publicamente su capacidad literaria (sin quedar automáticamente bautizado como un Chéspir de salón).

Bueno, pues con Lovecraft, casi pasa lo contrario; no es que su prosa sea aquel ‘torrente avasallador saltando de peña en peña’ que decía Don Vicente, sino lo opuesto; una densa y sigilosa marea que, merced a una fórmula cadenciosa y machacona, termina por empapar al lector con los conceptos e ideas deseadas. No brilla, la prosa digo, y no busca exquisitez narrativa ni filigrana artística, sino la ceación de la atmósfera precisa para el desarrollo de la historia hasta su desenlace. Y realmente algún acierto tendrá, porque sigue viva, reeditándose y llamando la atención mucho más incluso que en su propio tiempo, unos ochenta años después de la muerte del autor.

Las ilustraciones que siguen a éste tocho que acabas de ingerir (o no) son de hace más de un lustro, y se idearon para acompañar un texto supuestamente compilatorio que, sin embargo, permanece en un proceso de depurado y revisión permanente, como debe ser, y del que serás debidamente informado si en algún momento llega a ver la luz, o las tinieblas, mejor dicho.

Naturalmente, ésta primera entrega de la ‘sección Lovecraft’ va dedicada a su más conocida  creación, al no-personaje por excelencia dentro del llamado horror cósmico, al mismísimo Gran Anciano, ¡¡¡al maligno Cthulhu !!!

Que lo disfrutes...



Aquí tienes al Gran Anciano posando, en cuclillas, como para una escultura.





Ésta es una suerte de amenazador primer plano.






Aquí está sentado como ves, muerto o dormido, en su ciudad sumergida bajo las aguas del Pacífico.






Y por último, emergiendo de dichas aguas, monstruoso y maligno, listo para hacer una vez más su santa voluntad...




Hasta la próxima, paciente lector...

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