lunes, 16 de enero de 2017

15.- ALGO PARA LA TOS

Ya sabes, claro, que el máximo grado de la formación universitaria, en cualquiera de sus ramas y modalidades es el doctorado. Con diferentes matices y particularidades, un doctor puede serlo en derecho, filosofía y cincuenta cosas más, aunque de forma coloquial no se habla de ver a un doctor cuando acudimos a un abogado (actividad ésta merecedora, sin duda, de un futuro espacio), o a un gestor, por mucho que lo sea en economía.
No, los personajes de cine a los que está dedicado el post de hoy son doctores de otra cuerda, con especialidades originales, vistosas y variadas; nada de 'tómese una cada seis horas y vuelva en una semana', ya sabes...


Caligari presenta su peculiar atracción itinerante en las ferias de las ciudades alemanas de 1920. Doctor en quién sabe qué, el siniestro y mal encarado galeno exhibe a un sonámbulo; Cesare, hipnotizado ininterrumpidamente durante... ¡23 años!, que predice el futuro, y lleva a cabo, siempre por prescripción facultativa, una serie de vengativos y sangrientos encargos.
Aunque le falta poco para ser centenaria, el impacto visual de ésta película se mantiene fresco y sugerente, recreando una atmósfera densa y enloquecida gracias a los expresionantes decorados, casi teatrales, que envuelven, por dentro y por fuera,,, el gabinete del doctor Caligari...



Menos sujetos a lo onírico, en un plano más carnal, digamos, palpita el doctor Lecter. Éste sí, ligado a la psicología de forma académica, profesional y hasta visceral, aunque sin desdeñar otros platos sabrosos, en especial si se sirven envueltos entre las notas de las variaciones Goldberg y regados por un buen chianti...
Personaje hipnótico, educado, refinado, elegante y, a ratos, comedido, aunque con alguna ocasional debilidad por la selecta degustación antropofágica. ¡Y además dibuja, el tío!
¡Ñam, ñam!...




Y para terminar por hoy, aquí va mi doctor favorito; miembro en su día de la familia imperial hasta las revueltas boxer, acérrimo enemigo de lo occidental y del hombre blanco, taimado, cruel, rico como Craso y malo como un dolor, doctor horroris causa de especialidad desconocida (¿envenenamiento, tormento?).
Lo sé, sus películas  no son precisamente un, ejem... canon de calidad, pero la potencia del personaje como símbolo de malignidad, retorcimiento y chulería ha sido fuente de inspiración para decenas de despreciables villanos desde aquel lejano 1912, en que el nombre del Dr. Fu Manchú apareció impreso por primera vez.




Así que estás avisado, si alguno de ellos se sienta ante ti con la bata blanca la próxima vez que acudas al médico... ¡huye! ¡no le pidas algo para la tos!

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